La viuda negra

 11.95 inc. imp.

1er Diario de Océanos de brea

Cuaderno de bitácora
Bergantín La Viuda Negra
Mayo de 1692
 
Siguen aquí.
No se desvanecen.
Diría incluso que se han incrementado; tanto los miedos como el deseo.
Aunque…, el miedo no lo es en sí. Es… un aviso, una pequeña llamada de atención que quiere mantenerme alerta, preparada para cualquier desavenencia.
Por el contrario, el deseo sí que lo es. Pensé neciamente que sería mitigado una vez que lo saboreara, pero he errado estrepitosamente. No es el sabor de su esencia o su calor entre mis labios lo que permanece en mí, sino su forma de contemplarme: profunda, apasionada; sus caricias sobre mi piel: cálidas, arrulladoras.
El deseo empieza a ser algo más que un simple capricho…
 
Cuando sentimientos desconocidos comienzan a resquebrajar la coraza de Hélène, serán estos mismos los que la pondrán en una encrucijada, obligándola a elegir entre la lealtad a los suyos o perseguir sus nuevos anhelos, que podrían derrumbar los principios que siempre la acompañaron: astucia, falta de escrúpulos y un espíritu pirata.
Bajas pasiones, venganzas, abordajes, persecuciones, muerte, luchas a espada y traiciones, siempre estuvieron presente en la edad dorada de los piratas.

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